Arabia Saudita tiene mucho en común con los países limítrofes, uno de ellos son los Emiratos Árabes, con quienes comparten una cultura, una historia y lo más importante, la misma fuente de sus riquezas: el Petróleo.
En Dubai, la riqueza que ha producido la explotación del petróleo es muy evidente, hoy se ven modernos rascacielos, proyectos de islas artificiales de primer nivel autodenominados la octava maravilla del mundo, impresionantes edificios futuristas, el único hotel siete estrellas del mundo, a fin de cuentas una capital de negocios y turismo.
Se sabe que en Dubai, el Jeque Al Maktoum es quien mueve todos los hilos de la economía, tomando las decisiones y generando turbulencias inclusive, lo que le da a la economía local una cierta similaridad con lo que seria la administración de una microempresa. Aun así, los inversionistas han apostado fuerte por Dubai, invirtiendo muchos millones y con mucha fe que todo avanzara bien.
Hace tan solo algunos años atrás, Dubai no era más que enormes desiertos y estériles arenales. Antaño, la vida de Dubai era protagonizada por pobres pescadores, piratas, recolectores de perlas, pastores muy humildes y pequeños comerciantes. Toda esta pobreza se termino cuando comenzó a explotarse los pozos de petróleo y gas.
El desierto también se ha visto beneficiado de tan explosivo desarrollo económico, en él se han plantado mas de cuarenta millones de palmeras datileras, una especie acacia con profundas raíces, que soportan muy bien el clima extremo. Se han construido miles de mezquitas, campos de golf, como el Emiratos Golf Club, parques urbanos llenos de flores, y muchas viviendas de lujo, con piscina y playas propias. Quién imaginaría que Dubai sería lo que es hoy gracias al Petróleo.
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